lunes, 26 de marzo de 2012


Ana y los lobos (1972)
¿narración o metáfora?

Dirección: Carlos Saura
Guión: Carlos Saura & Rafael Azcona
Productora: Elías Querejeta P.C.
Música : Luis de Pablo
Fotografía :Luis Cuadrado
Reparto: Geraldine Chaplin, Fernando Fernán-Gómez, Juan María Prada, Juan Vivó, Rafaela Aparicio , Marisa Porcel, Anny Quintas, Charo Soriano


 Crítica disfrazada
1972, una dictadura está a punto de desmoronarse. Últimos años de vida de Franco. El régimen es poco a poco más aperturista, España sufre trasformaciones y cambios. En estos años de crítica fuerte con el pasado pero sin olvidar que aún estamos en dictadura, Saura propone esta curiosa película. Saura, como en muchas de sus otras cintas de estos años nos trae aquí una crítica al momento político español  con algunas distracciones, que le permitieron escapar de la censura. 
Saura contó al igual que en otras ocasiones (Frappé, la Madrigera, La prima Angélica etc) con Rafael azcona para la elaboración del guión.
El peso de la película, más allá de la extraña historia, recaen en sus personajes totalmente estereotipados y por otra parte excesivamente complejos según el momento del film. Este peso de los personajes incide directamente en su reparto. Grandes aportaciones, a destacar las de  Fernán Gómez y Rafaela Aparicio. La interpretación de una jovencísima Geraldine Chaplin es una brisa de aire fresco, es distinta y así lo usa Saura en su argumento, realmente ella no acaba de encajar en el momento, en el lugar, y aún sin saber el desenlace, esa sensación se percibe desde primer momento. Geraldie Chaplin participará en esta década y en la posterior en importantes cintas del director; Lo ojos vendados; Elisa, vida mía; la Madrigera, Stress tres-tres y en Mamá cumple 100 años; segunda parte de la película a comentar.

Ana llega a la finca
Ana, institutriz extranjera llega una mañana a una gran finca algo descuidada, para comenzar su nuevo trabajo. En la finca habitan tres hermanos, Fernando, Juan y José; la madre de los tres, algo mayor y enferma, y la esposa y las tres niñas de Juan.
Nada más llegar, José se presenta ante Ana con una postura desafiante e intimidadora pidiéndole sus papeles y registrando sus cosas. Según pasan los días Ana va conociendo y estableciendo distinta relación con cada uno de los hermanos. Juan estará obsesionado por Ana de una manera sexual. José, personaje autoritario obsesionado por todo lo militar, intentará acercarse a la niñera, asegurándole ayuda en su situación con respecto a Juan. Fernando, el personaje más espiritual y aparentemente más legal de los tres, será el que más consiga la amistad y la confianza de Ana. Fernando huye a una cueva, la cual Ana le ayuda a pintarla de blanco y más tarde internaría vivir a allí con el, de una manera sencilla, hasta que descubre que no es sincero, y que solo quería aprovecharse de ella como el resto de sus hermanos.
Un día las niñas encuentran enterrada y con el pelo cortado a una de sus muñecas. Ana encuentra este acontecimiento muy extraño y comienza a asustarse. No consigue pruebas resolutivas y el acontecimiento pasa sin mucho escándalo.
En un momento de máxima tensión, donde Luchy, la esposa de Juan intenta tirarse del tejado de la casa al descubrir las intenciones de su marido con la niñera; la madre y los tres hermanos deciden despedirla y echarla de casa. Justo antes de que Ana se marche de los territorios de la finca, es abordada y asesinada por los tres hermanos.


 Estética y estructura contundentes
La película apenas presenta un espacio, donde se desarrolla la acción; la finca y sus alrededores. La finca es una espacio descuidado, cuadrado, sin encanto alguno. La rodean innumerables zarzales y matorrales que a la propia Ana le cuesta evitar en su llegada a la casa. La finca es el territorio hostil, donde van despojando a Ana poco a poco de sus libertades.
La mayoría de planos exteriores, son planos generales con mucha luz, en ocasiones sobreexpuestos, en los que apenas se percibe el contorno de la casa. En contraposición la luz del interior de la casa es muy insuficiente, planos oscuros en unas habitaciones sin luz y algo estropeadas.
La planificación es bastante lógica, a destacar algunos planos contrapicados desde el tejado de la casa.
Ana y los lobos presenta una estructura clásica, lo que a la narración de la historia se refiere. A medida que se avanza hacia el desenlace la situaciones comienzan a ser demasiado extrañas, se percibe que hay algo más allá de la propia historia.


Tres hermanos, tres roles.
En esta historia cada personaje, está cargado se simbología. Los tres hermanos, representan tres aspectos o pilares del régimen franquista. Juan como la institución familiar, que sufre represiones sexuales. Frenando es el espiritual; la representación de la Iglesia Católica y José el de la fuerza militar. La madre es la representación femenina del propio Franco, mayor, enferma pero resistente como la que más.
Las tres niñas son el fruto de esta pantomima, el futuro de la familia, del régimen que emitan y siguen los pasos de los tres hermanos. Ana es el personaje de la libertad, del enemigo, de lo extranjero, de la amenaza, que debe ser exterminada.
Más allá de la historia, hay que tener presente estas representaciones, para profundizar más en el mensaje de crítica.
La institutriz no deja de ser un personaje complejo. Ella no parece asustada en casi ningún momento, se ríe de Juan y José, no parecen estos peligrosos, que pueden rozan hasta lo ridículo e incluso intenta establecer amistad con Fernando.
 Todos van cuartando a Ana de su libertad a medida que pasan los días, la van anulando poco a poco como persona para acabar físicamente con ella. 


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