Gabriella Martí, 1998
El
cortometraje nos relata los últimos momentos de una anciana enferma, ingresada
en un hospital. Una familiar la compaña en estas horas finales. La historia
guarda una sorpresa inesperada.
Fin,
presenta una situación bastante común y a la vez compleja, pocos minutos de
historia, argumento, comienzo y final redondo que encajan. Una historia sencilla,
que conectan con el espectador
gracias a su estructura temporal.
El
interés recae en el uso del tiempo hacia atrás, elemento de uso recurrente en
cortometrajes, utilizado en este caso con acierto en su estructura. El punto
álgido de la tensión dramática, cuando descubrimos la causa de la muerte de la anciana, produce sorpresa debido a que la narración va hacia
atrás en el tiempo. Esta estructura permite ir descubriendo la verdad a medida
que avanza la historia, o mejor dicho, retrocede. Cuando parece que lo sabemos
todo, una última escena nos vuelve a cambiar la idea sobre los personajes. La
estructura temporal juega con nosotros creando falsas consideraciones
preconcebidas de la joven, que a lo largo de la historia se van modificando
sustancialmente, dejándonos con una incertidumbre sobre las intenciones éticas
del personaje.
La
temática central del cortometraje nos toca en lo más hondo, la muerte, la enfermedad, la
vejez, y la responsabilidad sobre los familiares a los que cuidamos. Fin, además
va un paso más allá; la posibilidad de decidir sobre la vida de otro.
La
formas laberínticas de los bancos del parque y la usencia de diálogo son muy
acertadas, creando tensión en la historia. El viento, las miradas de la anciana
y de los distintos personajes del parque, en especial la niña, crean la
atmósfera perfecta para el desenlace. Desmerece una música algo monótona y unas
localizaciones sin destacar.
Un
cortometraje más que correcto, que logra conectar con los elementos básicos del
alma humana.
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